Tuesday, February 9, 2010

El éxito, cómo se mide?


José Francisco Núñez

Qué significa el éxito y cómo se mide? De Bill Gates, el hombre más rico del mundo, sabemos que ha tenido el que se puede considerar como el mayor de los éxitos en el mundo de los negocios. Desconocemos, sin embargo, si le ha ido igual en el ámbito familiar, con sus amigos o parientes más cercanos.

Sobre Mahatma Ghandy podemos decir que no sabemos si alguna vez pudo contar con alguna considerable suma de dinero que le permitiera sustentar su proyecto sin preocupaciones. De lo que estamos seguros es que tuvo uno de los más grandes éxitos al hacer realidad sus aspiraciones para lograr una sociedad un poco más equilibrada.

A sus 87 años, mi tío, Chichí, se vanagloria al enarbolar, no solo como un éxito total, sino como una verdadera hazaña, haber podido lograr ver crecer saludablemente a sus 16 muchachos procreados con la única esposa que ha tenido y contando solo con unas cuantas hectáreas de tierra y otras tantas vacas.

Jesucristo, que ni tuvo negocios, hijos, proyecto político y mucho menos, dinero, ha sido el más exitoso de todos en la historia de la humanidad, con su proyecto de liberación del hombre, el cual ha mantenido por más de dos mil años. De ahí se derivan los éxitos de personas como la Madre Teresa, Juan Pablo Segundo y muchos otros.

Etimológicamente, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, entidad que acaba de reunir en Medellín, Colombia, a los representantes de sus 22 filiales, nos ofrece tres acepciones acerca de esta mágica palabra: (Del lat. exĭtus, salida):

1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc., 2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo. 3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

Hay quienes aseguran que “el éxito es un asunto personal... un estado mental" y que, “los triunfadores (o exitosos) no son personas exentas de problemas y frustraciones ni, necesariamente, más inteligentes que el promedio.

Dominicanos exitosos! Si queremos hacer honor a nuestro titular de primera plana, nadie podrá poner en duda que los dominicanos en el exterior somos, de un modo u otro, personas de éxito.

No necesariamente tenemos que comenzar dando un vistazo a lo que ocurre con nuestros peloteros de Grandes Ligas, donde el éxito es irrefutable.

Bastaría recorrer nuestro entorno para encontrar representantes de nuestra comunidad, sobre quienes, sin tomar en cuenta los recursos económicos con que cuentan, pudiéramos escribir cientos de páginas.

Contamos orgullosamente con prestigiosos médicos, enfermeras, empresarios, banqueros, artistas, diseñadores, locutores, periodistas, ingenieros, escultores, arquitectos, pintores, escritores, políticos (en el caso de New York y otras áreas); abogados, religiosos, constructores, expertos en computación, etc.

Si dejamos a un lado algunas de las cualidades que en el campo profesional pudieran enarbolar cada uno de los que componen los diferentes renglones que hemos citado, pudiéramos detenernos en el éxito que han tenido muchos padres, incluyendo madres solteras en la crianza y formación de sus hijos.

Le otorgamos a este último renglón trascendental importancia, porque no creemos que haya alguien en la vida que sienta completa satisfacción si no ha logrado tener éxito con sus hijos, no importa si han podido asistir o no a una universidad o graduarse de alguna carrera técnica.

“Los hijos pueden ser la felicidad o la desgracia de un hombre o una mujer, pues al engendrarlos, uno no sabe lo que al final le saldrá en cuanto a comportamiento se refiere”; me decía esta semana un sacerdote polaco; sin embargo, agregaba, todos quisieran tenerlos.

Independientemente de lo que hayamos logrado en la vida, ya sea en el aspecto personal, económico, profesional, social o familiar, los dominicanos que residimos en el exterior, o por lo menos la gran mayoría, estamos conscientes de que hemos hecho todo lo posible para lograr el éxito y, sea cual sea el nivel que hayamos alcanzado, debemos sentirnos más que orgullosos de nuestro esfuerzo, pues ello también es un gran mérito que merece el reconocimiento de todos.

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